El fraude fiscal —ya sea saltándose la legalidad o bordeándola— está instalado en el corazón de los países desarrollados. Allí es donde multinacionales como Apple, Amazon, Google o Starbucks se valen de la ingeniería fiscal para pagar cantidades ridículas pese a sus ingresos milmillonarios. Este es uno de los aspectos que abordaron este miércoles los líderes de la UE.
La conclusión no es demasiado ambiciosa ni definitiva. Pero al menos marca un calendario de trabajo: antes de finales de año
Los 27 jefes de Estado y de Gobierno discutieron medidas para impulsar el intercabio de información bancaria y para prevenir la denominada “planificación fiscal agresiva y la deslocalización de beneficios”, es decir, las prácticas que permiten a Apple pagar el 2% —o incluso menos— de sus 74.000 millones de dólares (más de 57.000 millones de euros) de ingresos.
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